Nos pusieron de patitas en la calle al cumplir la mayoría de edad. Desde ese momento, desapareció la tutela de las instituciones y nos convertimos en unos sin techo más.
Sobrevivimos como pudimos. Resultábamos presas fáciles en aquella jungla de asfalto. Vagábamos perdidos, desnudos de valores y hambrientos de oportunidades, intentando buscar algo a lo que aferrarnos. Algunos fueron afortunados al encontrar una mano amiga, otros cayeron en las redes de las mafias: ellas esclavas entre luces de neón, ellos atrapados por el polvo blanco.
Al fin, vuelvo a dormir tranquilo. Tras los barrotes de mi celda me siento seguro.
(Relato finalista en el programa Wonderland de RNE4 del 28/04/2018)